Además teníamos otro buen motivo para visitarla y es que queríamos reencontrarnos con unos amigos que conocimos en el viaje de novios. Aparte de tener muy buenos recuerdos, conocimos a personas muy peculiares. Este, en concreto, era (y sigue siendo) un matrimonio de mediana edad, con el típico salero andaluz, y de los que adquirimos frases míticas como: "estoy fibrilando"!!!
Nuestra llegada era muy esperada, tanto, que nuestros amigos recurrieron a todo su directorio de contactos, haciendo una encuesta, para ver a qué sitio nos llevaban de cena. "No os podemos llevar a cualquier sitio", decían.
Finalmente, por la noche se produjo el reencuentro. Que alegría!!! Nos abrazamos y no paramos de hablar todo el rato. Es increíble las amistades que puedes hacer en un momento tan puntual. Íbamos en el coche y nos dijeron que nos llevaban de cena a un restaurante con vistas a la Alhambra, en el Albaycín.
¡¡En la que nos vimos para aparcar!! Madre mía, si había más coches que en un parking de un estadio de fútbol. Eufóricos, comenzamos a andar, contándonos anécdotas, y mientras tanto intentando descifrar donde estaba el sitio. Llamamos al restaurante y le íbamos dando señas, con los nombres de todas las mini calles por las que íbamos pasando. Al final llegamos satisfactoriamente. Pasada la gran velada, nos dispusimos a recogernos.

Del restaurante salimos a las 00:45, y ya eran las 1;30 y no habíamos encontrado aún el coche. Nuestro amigo, después de subir una cuesta interminable, decidió ir solo a la aventura. En la espera, nos sentimos aliviados porque no éramos los únicos que nos habíamos perdido: "¡Hay que ver que aquí todo es arriba y abajo y no hay salida!", escuchamos a varios. A los 15 minutos vimos aparecer el coche... dios mío!! no nos lo creemos! Más de una hora buscando el coche!!! Eso sí, os podemos asegurar que nos conocemos el Albaycín mejor que cualquier granadino, y es bien bonito!!
A la vuelta al hotel nuestro amigo no podía ni hablar. Con un ataque de asma, cada vez que abría la boca soltaba un pitido, pobre!! La experiencia fue curiosa, dura (nos veíamos pidiendo un taxi en la calle ¿¿¿???), y divertida. Al día siguiente volvimos a recordarla con risas.
Esta es una prueba de que no sólo se ven procesiones en Semana Santa. Os dejo una foto del "Paseo de los Tristes", que nos encanta, y espero que disfrutéis de estos días de vacaciones!!